Para que se logre el objetivo desde el rubro del diseño, deben cumplirse ciertos requisitos, como la intención de querer innovar, una mayor inversión en tecnología e investigación, valorar los equipos interdisciplinarios, entender la disponibilidad de los biomateriales a nivel territorial e incentivar que la ciudadanía participe de forma más activa.

Fuente: Madera21

A medida que la población crece, la disponibilidad de recursos se vuelve finita y la gestión de residuos cada vez más compleja. Es por eso que desde el diseño se están desarrollando soluciones que hagan frente a la crisis generada por los modelos de producción lineales. La madera se presenta como una excelente materia prima para este fin: durante su crecimiento captura CO2 y tras ser usada se reintegra al ciclo como desecho.

La economía circular es aquella que busca “redefinir” lo que es crecimiento, poniendo énfasis en un modelo de producción más consciente y sustentable. El impacto positivo no solo es a nivel ambiental sino que también social: ganan las comunidades, los pequeños productores y los consumidores. Existen muchas marcas que adhieren a este sistema ya que fabrican muebles y accesorios con madera. Pero hoy ese límite se ha movido: se puede producir con los desechos de la madera. Es así como los biomateriales están liderando esta transición. Las investigaciones de distintos estudios de diseño lo demuestran.

Francisco Martín-Martínez, director del Laboratorio de Nanomateriales Bioinspirados y académico del Departamento de Química (ambos de la Universidad de Swansea, Reino Unido), ha dedicado su trayectoria profesional al diseño computacional de materiales biobasados, para entender e imitar la “circularidad de la naturaleza”. Específicamente se ha centrado en “identificar y simular cómo son los procesos de ensamblado y autoensamblado de distintas piezas moleculares en un material y cómo además esas piezas se pueden unir y diseñar de manera que puedan reconstruirse y desintegrarse de vuelta a sus piezas originales”. Todo esto gracias a algoritmos de inteligencia artificial que aceleran los procesos de recabación de datos. Para esto no se utilizan ordenadores comunes, el académico y su equipo de investigación han sido ayudados por el Centro de Computación de Gales y el servicio de supercomputadoras de Google.

biobasados

Algunos aciertos que ha logrado Martín-Martínez es transformar la biomasa en nanomateriales de carbono a través de un “tratamiento hidrotérmico”, para que así el biomaterial decante en diversas aplicaciones (como un adhesivo o biotextil) que se definen según el diseño molecular. También el modelado multiescala: la computación permite analizar el material desde diversos puntos como la mecánica cuántica, propiedades físicas, procesos de polimerización, reacciones, etc.

Otra investigación importante es la “nanotecnología basada en la madera”, cuyo alcance es la “fabricación de materiales donde la matriz de la madera se funcionaliza con distintos polímeros y pueden ellos cambiar según el PH y temperatura, además de otros factores”. En concreto, da la posibilidad de combinar madera con otros materiales, determinar en qué estructura, mejorar propiedades de la madera y evitar uso de químicos.

Cuando se conoce mejor el territorio, condiciones geográficas y características de su flora y fauna, se puede entender el origen y disponibilidad de materias primas. Eso es lo que motiva a  LABVA, o Laboratorio de Biomateriales de Valdivia, una organización independiente y autogestionada que estudia, experimenta y produce materiales biobasados.

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