La nueva fábrica Fendi, obra del estudio Piuarch, trasciende su función industrial para diluirse en el paisaje. Dialogando con el entorno reconstruye la topografía de las colinas toscanas.
Fuente: Arquitectura y Empresa
La nueva fábrica Fendi en Bagno a Ripoli, cerca de Florencia, emerge como un ejemplo de arquitectura industrial contemporánea, donde la integración con el paisaje y la sostenibilidad definen la esencia del proyecto. El estudio milanés Piuarch, en colaboración con el departamento de arquitectura de Fendi y el arquitecto paisajista Antonio Perazzi, ha conseguido materializar una obra que desafía las convenciones tradicionales de la arquitectura empresarial.

Fendi es una importante casa de moda italiana, fundada en Roma en 1925 por Adele Casagrande y su marido Edoardo Fendi. En sus inicios, el negocio era una tienda de bolsos y taller de pieles, y desde hace algunos años forma parte del grupo francés LVMH.

El complejo de 14.000 metros cuadrados se desarrolla siguiendo una estrategia de horizontalidad radical, adoptando una configuración de planta libre que responde a las exigencias funcionales del proceso productivo. La volumetría se articula mediante una columna vertebral transparente que actúa como eje organizador, generando una secuencia fluida de espacios que albergan oficinas administrativas, laboratorios de producción, un restaurante, una escuela de marroquinería de alta gama y un almacén automatizado.

La intervención arquitectónica adquiere especial relevancia por su aproximación al contexto preexistente. El emplazamiento, anteriormente degradado por la industria productora de ladrillos y la actividad extractiva de una cantera, ha sido objeto de una profunda regeneración paisajística. La estrategia principal consiste en la implementación de una cubierta verde extensiva, un jardín suspendido que reconstituye la morfología original del terreno, creando un sistema ecológico integrado que trasciende su función medioambiental para convertirse en un espacio de socialización para los empleados. “La idea era reconstruir un paisaje natural a través de una arquitectura que desaparece dentro del propio paisaje. Cuando un proyecto arquitectónico es también un proyecto paisajístico, la simbiosis con el entorno se desarrolla de forma natural”, afirma Gino Garbellini, socio del estudio Piuarch.

La materialidad del proyecto responde a una cuidadosa selección de acabados que busca la mímesis con el entorno. La combinación de vidrio con las superficies, realizadas con una mezcla natural de tierra y cemento, genera una paleta cromática que replica los matices característicos de las colinas toscanas.

Los cerramientos, realizados con el sistema de fachada Schüco Panorama, logran una transmitancia térmica de 1,10 W/m² K y una reducción acústica de 45 dB, contribuyendo a la obtención de la certificación LEED Platinum para el proyecto.

La iluminación natural se convierte en un elemento articulador del proyecto mediante la incorporación de nueve patios interiores y tres patios perimetrales. Estos espacios, poblados con especies del bosque mediterráneo como higueras, encinas, granados, acacias y madroños, establecen un diálogo constante entre el interior y el exterior. Asimismo, la geometría del edificio y sus voladizos han sido meticulosamente estudiados para controlar la incidencia solar directa en las áreas de trabajo.

El proyecto establece un nuevo paradigma en la relación entre arquitectura manufacturera y paisaje, demostrando cómo una intervención de gran escala y de carácter industrial puede contribuir a la regeneración territorial. La inversión de 50 millones de euros, la más significativa del grupo LVMH en Italia en el sector productor, se traduce en una infraestructura que no solo optimiza los procesos fabricación sino que también generará un impacto positivo en el entorno socioeconómico, con la previsión de emplear hasta 700 personas en los próximos tres años.

La fábrica Fendi representa así un modelo sobresaliente de arquitectura empresarial contemporánea, donde la excelencia técnica y funcional se combinan con una sensibilidad excepcional hacia el contexto paisajístico y medioambiental.

En palabras del arquitecto paisajista, Antonio Perazzi: ”Trabajar con Piuarch es siempre muy estimulante; es fácil ponerse en sintonía desde el principio, construyendo juntos un proyecto que respeta los temas ecológicos y estéticos, capaz de diseñar paisajes cultos y refinados”.

El proyecto demuestra cómo la arquitectura industrial puede trascender su función primaria para convertirse en un catalizador de regeneración territorial y sostenibilidad.